Tenemos el clima que hemos propiciado | Hernán Urbina Joiro
Parafraseando a Vico, tenemos que ser capaces de reconocer lo que hicimos, y lo que cometimos fue un exceso perfecto: el consumo y la producción desatados al norte del mundo produjo y aún produce sus gases digestivos que perturban más a quienes no los acompañaron a la mesa.
El cambio climático nos ha mostrado cuan frágil es la vida. Un cambio de sólo dos grados Celsius significa estragos para muchos seres.
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Ya se alerta sobre el ascenso del nivel de los océanos que podrá inundar en pocos años a Nueva York, Holanda, Bangladesh o Cartagena de Indias, pero incluso ya es un hecho que cada año decenas de pueblos quedan sumergidos por completo bajos las aguas de los ríos a cada invierno en Latinoamérica.
Al año siguiente es perfectamente factible que en esos mismos sitios se muera el ganado por falta de agua. Este es el clima que hemos propiciado.
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Se prevé que estos inviernos y veranos desmesurados cambiarán adversamente la distribución de diversas enfermedades infecciosas y que ello impactará más en los países en desarrollo, en las regiones más pobres.
No hacer más y mejores acciones ante el desquiciado cambio de los ecosistemas también agravará el actual nivel de pobreza: es una realidad que ya rinden menos las cosechas, que merman las crías y la producción de los animales, que merma el campo cuando no es arrasado por las corrientes del invierno desproporcionado.
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Y podrán mermar también los cultivos para alimentar al hombre si la producción de etanol —capaz de alentar también a las máquinas—, como salida a la contaminación de los países desarrollados, se recarga a los suelos de los países que menos contaminan.
31 de diciembre de 2010
Cartagena de Indias, Colombia.
Tenemos el clima que hemos propiciado | Hernán Urbina Joiro