Canciones para el camino es una selección de 182 poemas escritos entre 1974 y 2019, la mayoría inéditos, en los que comparto imágenes con las que pude ser, por un instante, la noche misma, la lágrima atrapada, silbo y viento inacabable bajo un inmenso azul solitario. Desde entonces supe cómo hacer el camino diciendo al mismo tiempo la música de mis palabras.
El recuerdo más antiguo que tengo es junto a mi madre que me animaba, tomándome de un brazo, a que subiera peldaños gigantescos de una escalera que conducía al segundo piso del Hospital Rosario Pumarejo de López de Valledupar, donde frecuente me llevaba porque nací sufriendo de los pulmones.
En 1989 allá fui designado médico rural. Entonces subí como sanador las mismas escaleras de mis primeros recuerdos, en un ambiente que anunciaba una guerra entre terribles guerreros.
Médico rural (1989)
Improbable exigencia que hay que hacer probable:
Médico rural especialista,
amigo de quien los amigos evitan,
víctima expiatoria de los que el odio invade,
que lleva en el maletín palabras buenas, no boticas,
en la receta esperanza a quien dejó la esperanza,
que vive el prodigio de atender nacimientos donde
y el tremor de confirmar la muerte de quien lo quiso
Frente al consultorio hay caminos cubiertos
gentes con sus sueños maltrechos
que acunan al aire, bajo remedos de techo
a niños, niñas, mujeres y hombres.
Centro Rosita Dávila de Cuello,
a su frente hay otro pueblo
con penar que en mi consulta no esconde.
desde arriba, desde los cerros,
una guerra se vislumbra entre terribles guerreros.
Una y otra vez a la puerta llaman.
¡Vamos a ver! ¡Arriba, a la camilla!
la piel en las costillas,
«¡Ah!». Ummm, tiene miles de palabras atascadas en gavilla.
que aún dicen que la gratitud existe,
Recordar México llena mi pensamiento de chocolate amargo, de chile y de mole, de guirnaldas que espantan la tristeza hasta hacer departir a los pobladores con sus muertos. Pero domina mi recordación la época en que conocí la obra de Octavio Paz, cuando un accidente me incapacitó en una cama, pero postrado leí por primera vez sus textos que cambiaron mi manera de mirar y de escribir.
Fue doloroso extraviar los tres libros de Paz obsequiados por mi amiga, donde además guardaba buena parte de la poesía que iba escribiendo en esa época. Esos libros se quedaron en México. Lo que pude rescatar lo he recopilado en un apartado que nombro por Rimas del Valle del Anáhuac.
Rimas del Valle del Anáhuac (1994)
Tú, que construiste sobre aguas
que los puentes de lugar cambiabas
tú, amante de olores y sabores penetrantes
propios de quien huye del letargo y el olvido,
que espantas las penas con guirnaldas vibrantes
para hacer convivir los difuntos con los vivos,
préstame tu Valle del Anáhuac, amigo,
para llorar mi propia noche triste
que empezó hace no sé cuánto, larga noche terrible,
déjame recitar con el eco de tu valle los versos
de un gran bardo que conocí en tu ciudad,
por quien me iré de estos sitios para siempre enfermo
de nostalgia y de silencio,
¿Hay alguien que no huya mientras viva?
La trampa, el ataque a traición aquí denuncio.
Una anciana que llaman muerte delató mi huida
y sus tambores lanzan contra mí serpientes.
Dame una canoa para escapar, hermano de suerte,
no tengo caballo, aliados, ni armadura,
me acojo a lo que diga Moctezuma
y lloro como Cortés por los amigos que se pierden.
Ahora me sentaré en esta roca a suspirar la amargura.
Créeme, no es posible acusar a esa mujer.
El rencor y el amor —que son lo mismo—
la legitiman. Todos la amamos, después la vendimos.
¿Qué otra cosa con ella podía suceder?
Se alían los nuestros contra nosotros en la ofensiva. ¿Cómo no odiarlos?
Otra anciana llamada deslealtad
vámonos en canoa mientras leo a Paz
en líneas tan bellas cifrado debe estar
el lugar donde escondió su tesoro Moctezuma,
que por este libro nos pueden untar
aceite en los pies y ponerlos al fuego.
He sufrido mucho, noches eternas por aquella que amé
y a nadie le sirve que repita a Cuauhtémoc.
Escribe esto que recito, no importa si en mexica,
en calendario de 18 meses
contemos la espera de mi esperanza,
hagamos muchas chinampas,
rellenemos el lago de flores y verduras.
Va a querer un hogar en su venida futura.
Sí, tal vez, con muchas flores y verduras
y para que no vuelva a alejarse, quisiera que tuviera
Mientras regresa, contemplemos los sampanes,
reprochemos como el Náhuatl
que destella en tus volcanes:
En el Valle del Anáhuac también soy sentenciado por cantor.
Solitario con mis rimas de tristezas,
mis amigos tampoco atienden mi clamor.
Llegué a la poesía intentando comprender la condición humana y por la misma razón luego a la música, a la medicina, a la literatura. Era claro que la poesía podía contar mucho más de lo que las personas decían de sí mismas, en especial sobre ese triste y devastador impulso que las lleva a encontrar alegría asesinando algo en alguien que se percibe superior.
De mi maestro Juan Mendoza Vega supe a principio de los años ochenta que envidia, deidad esclarecida por los griegos como hombre —Phlohnos—, se vistió de mujer en época de los romanos, simbolizando también la impostura, el engaño, la hipocresía. Desde los años ochenta deseaba escribir sobre esto, pero sólo pude hacerlo en 2005, casi veintidós años después.
Envidia (2005)
A mi querido Alfonso De La Espriella
envidia, los griegos sabían que eres hombre,
Phlohnos, ¡Quítate ese traje de mujer!
Te pone triste todo laurel mío, no merezco tanto,
no soy Shakespeare, a quien quisiste envilecer.
¿Te sedujo el conde de Oxford, que le atribuyes sus
cantos?¿Qué te duele de mí que te acerca hasta el llanto?
¡Y quítate ese traje de mujer!
¿Quién te infligió esa pena de derrota vasta
como el que asesina joven y no puede parar?
Me apena esa angustia que te corroe y te gasta.
no merezco tal agasajada.
No soy Neruda, a quien trataste
con Tagore, a quien concedes parte
de Veinte poemas de amor y una canción desesperada?
Conmigo no tendrás affaire,
¡De una vez por todas, quítate ese traje de mujer!
Quieres que te tomen por profesor de cultura,
tu cultura te tacha de pecado capital.
porque Alfonso de la Espriella defendió El quinto aire.
Es la tristeza en que reinas,
pero has ganado tu mentira,
una congoja más no te daría,
Alfonso me envió su libro, por cierto,
pero cita una habanera del siglo XIX que te daría
pues atribuye a otra en uno de sus versos,
Te pones triste si nombran mis libros,
no merezco tal solemnidad.
¿Deseaste a Balzac a quien has atribuido
¡Ponte tu traje de mujer y vete a un rincón a llorar!
Conoces tres Premios Nobel, deberías
Te transcribo su canto, ojalá algo entiendas
yo soy El Rey, muñeca, y tú eres La Reina.
No sólo contra mí asestas tu fierro,
odias a Dante que te dio por castigo
cerrar tus ojos con hilos de hierro.
Estéril, buscas a tientas
¿Qué pregunta es esa la que ahora nos haces?
El amor como la vida son trágicos, algún día acabarán, pero es el amor y no la muerte lo que da sentido a la vida. Cuando se deja de amar, allí logra su triunfo la muerte. Por eso hay que intentar contradecir la muerte temprana de los buenos amores.
Eso intenté, muy enfermo por el propio amor, frente a las playas de Bocagrande, tratando de hacer remontar estos versos sobre las olas que pueden llegar hasta las costas del departamento de Córdoba.
Enfermo de tu amor (2012)
Enfermo esperaré en el viento helado,
parecen más circunspectos
y creíbles los barcos del invierno
que los barcos del verano.
y no quiero curarme por cantarte más,
Te enamoró mi canto, te volvería a conquistar.
ha roto mi atadura y ahora he vuelto a trovar
porque eres amor difícil de cantar.
Ojos muy tristes por la culpa mía,
por entre las calles donde tu presencia dejó todo
Llevo por el mundo estas letras que hincan,
las únicas que al paso del tiempo se avivan
¿Cuándo he de olvidarte? La gente comenta
Olvidaré cuando las piedras se conviertan
Mirar tan triste, respóndeme algo,
respóndeme callado, como un resplandor,
a este hombre que toda pena ha dominado menos a tu adiós:
¿No te parece que hay muchas
¿No te parece que hay rabia intensa
¿No te parece que las mismas voces
¿No te parece que estamos
¿No crees que los relojes
¿No crees que hay algo de despojo violento
hija del mar y de los vientos?
He bebido un poco y es tarde.
Tal vez deba vaciar al piso el resto de botellas
y hacer que en una vaya mi mensaje
En 2006, cuando por la mente de nadie cruzaba la certeza de un proceso de paz en Colombia, Gerald Martin, que andaba en Cartagena terminando su biografía sobre Gabo, leyó mis manuscritos Victoria del Fierro y las palabras golondrinas, una novela que permanece inédita. Luego me regaló por escrito una alucinante crítica, que aún conservo, donde decía: «Es lo mejor que he leído en los últimos tiempos».
Cuando me repitió eso mismo en la Plaza de San Diego tomando una cerveza me advirtió: «No será fácil que te la publiquen». Lo asocié con la dificultad propia de la paz colombiana. En 2019, tras la firma del proceso con las FARC, intenté saber más sobre las palabras de Gerald y recobrar algo de mi propia Pazzz.
Pazzz (2019)
es por ser mujer y eterna tu agonía.
porque siendo blanca todo lo coloreas.
Paz, Pazz, Pazzz se dice con pasión.
Pazzz, Pazz, Paz se diluye en verborrea.
Todo lo coloreas,¡danos un buen color!
Victoria es Paz, no tonta.
Le increpan: «Victoria, usted que es un ave,
piense que muchos pueden negarse
en la jaula para que sus polluelos no sean esclavos de nadie».
Replica: «Yo no busco la esclavitud, no tengo otro naipe.
Quiero la paz, pero no una mala paz,
Responden: «¿Quiere que se acabe la guerra?
Entonces haga que nuestros muertos
que lo único que usted acepta
Victoria, dicen que sólo se camina
Esas palabras de Paz, Pazz, Pazzz, querida,
deben estar adentro, en nuestros abismos,
para que después puedan ser dichas.
Paz, Pazz, Pazzz, las palabras que regresan
por montones pueden ser peligrosas,
pero más vale un ambiente de palabras frondosas
Victoria, la Paz, Pazz, Pazzz es otra lucha, más larga
Se necesitan varios para hacer la Paz, Pazz, Pazzz
y solamente uno para que empiece la guerra.
PUBLICACIÓN ORIGINAL: https://www.revistaarcadia.com/libros/articulo/diez-poemas-para-volver-a-vivir-o-seguir-viviendo-con-valentia/202032/#
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Las mejores librerías en Colombia llevan a casa “Canciones para el camino”. Poesía escogida 1974-2019.
Hernán Urbina Joiro (Caligrama Random, 2020). Prólogo de William Ospina.
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