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La envidia en V actos – Acto III – Envidia y música

Poema 154 Envidia Acto III Hernán Urbina Joiro
 

Uno de los autores que más admiro como poeta es el Maestro Alfonso de la Espriella, el gran autor de Cartagena contigo, bolero que siempre he cantado como si fuera una de mis obras líricas.

Conozco pocos seres humanos como el maestro Alfonso, que se han dado a la tarea de reconstruir los antecedentes y el impacto que tiene la música popular en Colombia y en América.

Autor culto, historiador muy bien informado, es uno de mis referentes de lo que debe ser un auténtico investigador y analista de la música. A él dediqué en agradecimiento este Poema 154, Envidia.


La envidia y la música

En marzo de 2005, me divertía con las torpezas de los que querían aparecer, de cualquier manera, en lo que debió ser un debate académico sobre el vallenato romántico como quinto aire vigente en esa música.

Allí se deslizó la envidia en muchas formas. Incapaces de hacer buenos poemas o un libro como Lírica Vallenata,  los entristecidos hijos de la envidia —también hubo tristes lambones— intentaron recurrir al argumento ad hominem,  lo que me animó a recitar —a consolar— a la triste deidad en el Poema 154:

Renegaste de la ira
porque Alfonso de la Espriella defendió El quinto aire
al morir tu lucecilla
un quejido lloriqueaste,
es la tristeza en que reinas
pero has ganado tu mentira,
Phlohnos,
una congoja más no te daría.
¡Eres Reina!
Phlohnos,
toma, recoge tu falsía,
¡Eres Reina!

Alfonso me envió su libro, por cierto,
donde elogia mi laúd
pero cita una habanera del siglo XIX que te daría desconsuelo
pues, atribuye a otra en uno de sus versos,
La Reina eres tú.

 

«Envidia» | Poema 154  (2005)

                                                                                                                   A mi querido Alfonso De La Espriella

No te puedes esconder,
Envidia, los griegos sabían que eres hombre, Phlohnos,
¡Quítate ese traje de mujer!

Te pone triste todo laurel mío, no merezco tanto,
no soy Shakespeare, a quien quisiste envilecer.
¿Te sedujo el conde de Oxford, que le atribuyes sus cantos?
¿Qué te duele de mí que te acerca hasta el llanto?
¡Y quítate ese traje de mujer!

¿Quién te infligió esa pena de derrota vasta
como el que asesina joven y no puede parar?
Me apena esa angustia que te corroe y te gasta.

Te entristece conocer
que mi verso se cante
no merezco tal agasajada
no soy Neruda, a quien trataste
de torcer.
¿Tuviste un affaire
con Tagore, a quien concedes parte
de Veinte poemas de amor y una canción desesperada?
Conmigo no tendrás affaire
ni tendrás nada.
¡De una vez por todas, quítate ese traje de mujer!

Quieres que te tomen por profesor de cultura
tu cultura te tacha de pecado capital
a causa de tu amargura
más de las veces
transitas el mal.

Renegaste de la ira
porque Alfonso de la Espriella defendió El quinto aire
al morir tu lucecilla
un quejido lloriqueaste,
es la tristeza en que reinas
pero has ganado tu mentira,
Phlohnos,
una congoja más no te daría.
¡Eres Reina!
Phlohnos,
toma, recoge tu falsía,
¡Eres Reina!

Alfonso me envió su libro, por cierto,
donde elogia mi laúd
pero cita una habanera del siglo XIX que te daría desconsuelo
pues, atribuye a otra en uno de sus versos,
La Reina eres tú.

Te pones triste si nombran mis libros
no merezco tal solemnidad
no soy García Márquez
a quien trataste
de ensuciar.
¿Deseaste a Balzac a quien has atribuido
Cien años de soledad?
¡Ponte tu traje de mujer y vete a un rincón a llorar!

Conoces tres Premios Nobel, deberías
conocer otro
no sabes de Bob Dylan
porque tu oído es sordo
a liras como Bob repica.
Te transcribo su canto, ojalá algo entiendas
de su escribir,
Jolene, Jolene,
yo soy El Rey, muñeca, y tú eres La Reina.


No sólo contra mí asestas tu fierro
odias a Dante que te dio por castigo
cerrar tus ojos con hilos de hierro.

Estéril. Buscas a tientas
a quien quitarle
su luz.
¿Qué pregunta es esa la que ahora haces?
¿De quién es La Reina?
La Reina eres tú.

                                                                               Cartagena de Indias, 11 de marzo de 2005.

 

Poema 154. Envidia. Acto I. Shakespeare y la tristeza que derrota

Poema 154. Envidia. Acto II. Neruda y sus envidiosos

Poema 154. Envidia. Acto IV. Gabo y la triste impostora

Poema 154. Envidia. Acto V. Bob Dylan, Dante y la envidia

 

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Hérnan Urbina Joiro

Hérnan Urbina Joiro

Escritor y humanista colombiano.