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El poeta y su aldea | Hernán Urbina Joiro | 2019

El poeta y su aldea | Hernán Urbina Joiro 

Hoy nuestra aldea es toda la tierra, pero el poeta —incluido tú, que tal vez no escribas poemas, pero los descifras—, guarda palabras tempranas, muy poderosas, que oyó en las primeras casas de su aldea. De la aldea y las palabras primeras quiero conversarte.

Continuemos esta charla donde nos regalamos palabras y vivencias, pues tu silencio evoca las mías, así otra vez me las regalas para compartirlas contigo.

En estos días casi todo lo válido para la aldea de nuestra niñez, lo es también para la aldea global: nos pertenece, es nuestra polis,  pero sus mejores paisajes ahora viven en la mente, su aire se pudre, sus aguas se emponzoñan, la hermosa villa es saqueada por auténticos villanos. Sin embargo, las primeras palabras no nos las roba nadie.

El poeta y su aldea | Hernán Urbina Joiro 

Si el poeta es figura en su aldea, con sus palabras puede orientar a sus habitantes, lo que es una enorme responsabilidad, nada menos que canalizar los ánimos en su villa, bien al altruismo o al incendio o a la indiferencia.

Si es un gran poeta, tal vez, se haya pronunciado, de algún modo, sobre las dolencias de su aldea. Podría o no participar en las soluciones concretas, pero no debería utilizar la estimación para manipular en busca o a nombre del poder. Hubo muchos, muy célebres poetas que en eso cayeron, y siempre los habrá. Pueden viciar el poder como la grandeza.

El poeta, aunque sea un letrado, tampoco debería jugar a ser gurú sobre absolutamente todos los temas de su aldea. La poesía invita, sugiere otra mirada, y ya es bastante esa invitación. No hay que embrollar a todos, todo el tiempo, con peroratas sobre sus vidas.

El poeta y su aldea | Hernán Urbina Joiro 

En cualquier caso, no olvides las palabras tempranas de tu aldea. Allí encontrarás suficientes —muy poderosas— para proponer mejores miradas con tus versos, incluso palabras nuevas para viejos problemas de tu villa.

Aquí te invito a vestir, por un instante, imágenes de las primeras casas y palabras de mi aldea. Toma cuanto puedas, si gustas, para construir tus nuevos significados y continuar por buenos caminos:


El poeta y su aldea | Hernán Urbina Joiro 


En el pueblo donde empecé a cantar el día era azul y se desparramaba desde lo alto de la madrugada fría hasta el oscurecer encendido muchas veces sin una sola nube.

El cielo azuloso de San Juan del Cesar brotaba temprano en el estribillo metálico del vendedor de carbón, se colaba entre la madera y el hierro de las ventanas, se entrevolvía en la multitud de loros que volaban hasta el gigantesco árbol de mamón detrás de la tapia del fondo de mi casa y en camarilla hacían cimbrear el macizo de hojas, frutos y aves bajo el inmenso azul.

Podría medir mi edad en aquel tiempo por el tamaño de la mesa bajo la enramada de uvas, por su entabla-do que atravesaba el enorme azul y yo apenas a saltos podía tocar el borde.

El día de San Juan del Cesar era azul hasta que aparecían las golondrinas tijeretas en el aire abrasado del atardecer y poco a poco iban coloreándolo todo con su gris para de un momento a otro escapar juntas por convertirse en noche.

El poeta y su aldea | Hernán Urbina Joiro 

En cambio, la noche era blanca, incluso sin Luna, por tantas estrellas, muchísimas pulverizadas para derramar aún más luz sobre San Juan.

La noche blanca rebotaba en los objetos de mi casa, en las tapias, se encajonaba en la calle del Cayón resaltando las piedras de la vía de tierra por dónde todavía pasaban los cortejos fúnebres hasta la iglesia de la Plaza Mayor.

A veces en la noche blanca me iba a buscar a la Luna en el patio porque casi siempre estaba metida en alguno de los tazones o los tanques de agua y rielaba feliz al tocarla.

Si en aquellos días hubo luz eléctrica en el pueblo por algunas horas, no vale la pena recordarlo por la imagen que ahora llega a mi mente con los relatos de mi padre en aquella oscuridad donde no era necesario abrir o cerrar los ojos para ver con detalle las historias que contaba, que hacían tan contrarias a las palabras penumbra y soledad.

Fue en una de esas noches blancas cuando descubrí por mi papá el temible poder de las palabras. Él había iniciado un relato para mí y mis hermanos, todos subidos en su cama.

Pero los ladridos que llegaban apurados por la brisa le perturbaban la narración. Entonces recitó:

Santa Ana parió a María
Santa Isabel a San Juan
con estas cuatro palabras
los perros se callarán.


Y se callaron. Aquel silencio me pareció muchísimo más largo que la copla. Me bajé apresurado de la cama para asomarme y oír por la ventana del cuarto trasero.

El poeta y su aldea | Hernán Urbina Joiro 

Cuando escuché de nuevo los ladridos, repetí la misma copla, pero no funcionó. No era posible. No tenía la maestría de mi padre. Era necesario graduarse en el ejercicio de aquel temible poder.

En adelante estuve atento a todas sus coplas, a todo aquello que rimara, al efecto que podían tener las palabras recitadas en el entorno, en las personas, hasta que poco a poco logré encerrar en el papel todo aquello que me perturbaba describiéndolo en tercetos, coplas, sextetos y décimas.

Tres décadas más tarde, el día que se murió agarrado de mi mano, antes de dejarlo depositado para siempre en la bóveda del cementerio, yo rogaba con esperanza cierta una última palabra poderosa de mi padre, una palabra capaz de quitar-nos toda aquella tristeza descomunal.

 

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NOVEDAD: Poesía Reunida 1974 – 2019 | Hernán Urbina Joiro | Manuscrito inédito

*Canciones para el camino. Poesía Reunida 1974-2019. Nuevo libro de Hernán Urbina Joiro disponible desde marzo de 2020. El conjunto de sus versos, 185 poemas divididos en 7 libros, los objetos de un eterno juego de quien empezó a asombrar hace 45 años.

**Otros libros recientes de Hernán Urbina Joiro con Entre las  huellas de la India CatalinaHumanidad Ahora: diez ensayos para un nuevo partidario de lo humano

El poeta y su aldea | Hernán Urbina Joiro | 2019

3 comentarios

  1. La infancia, bella patria de todos.
    Siempre ella con su discurso interior y por eso es poesía, por sus adentros.
    El niño vive en estado de poesía, por ese contubernio entre la contemplación fascinante y la perplejidad, como si estuviera recordando algo.
    Y si hay en el niño referentes previos que le ayuden expresar o fraguar la idea-pensamiento para ser algún día verso, canción o relato, como siempre en ti , que ya niño eras anciano y ahora canoso y pausado has vuelto a la infancia y a las calles largas del recuerdo, como dice Curry, seguro estoy que vienen de allá arriba, más allá de las estrellas de tu blanca noche blanca.

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Hérnan Urbina Joiro

Hérnan Urbina Joiro

Escritor y humanista colombiano.