Se dijo: la vocación del género humano, desde su surgimiento hace millones de años en África, es avanzar a la mezcla con otros pueblos, avanzar hacia el mestizaje, pese a lo cruento que pudo resultar según la época, el pensamiento reinante y las costumbres. El mestizaje —lo que somos, lo que tenemos para mejorar— en las tierras de Cartagena de Indias inició el 14 de enero de 1533 con el arribo de la India Catalina en compañía de Pedro de Heredia y los primeros 150 hombres que llegaron sin mujeres desde España, Azua y Puerto Rico. A este proceso se incorporaron poco después, con los mismos sufrimientos y perplejidades, hombres y mujeres africanos, curiosamente los seres humanos que iniciaron el mestizaje del mundo hace millones de años.
La India Catalina operó como el factor principal para que se desarrollara el mestizaje en los territorios aledaños a Cartagena de Indias al ir por la «salvación» de su pueblo nativo apóstata, de acuerdo a su óptica cristiana. En la cabeza de la India Catalina cabían dos mundos que intentaba conciliar: el de españoles y nativos. Ella creía en el mestizaje e hizo lo que estuvo a su alcance —hasta denunciar a Pedro de Heredia— para que se cumpliera con justicia, incluso por la unión marital —ella fue concubina de Heredia y posiblemente de Alonso Montes—. Grandes mestizos contemporáneos, como Vargas Llosa y Carlos Fuentes, expresaron en sus textos esa misma asimilación de la conquista por el mestizaje —que además no tiene vuelta atrás—, como nueva posibilidad —que no tiene que ser por siempre desfavorable—, que surge en el siglo XVI tras la llegada de los españoles a América. En El espejo enterrado, Carlos Fuentes considera a Malinche fundadora de la civilización multirracial mexicana, la honra como madre del mestizaje mexicano. Octavio Paz también ubica el surgimiento del actual pueblo mexicano en el momento de la entrega de Malinche a Cortés.
El mestizaje no sólo se da por la unión de dos células sexuales de distinta carga genética; el mestizaje también se concreta por la aleación de emocionalidades, tradiciones y aptitudes. Sin duda, la India Catalina ya era mestiza al regresar a tierra firme americana, cuando retornó desde Santo Domingo para enseñar español y religión católica entre los nativos continentales, pese a que todos y cada uno de sus genes eran totalmente indígenas. La propiciadora de la América Mestiza en los territorios de Cartagena de Indias pisó tierra firme, de regreso a su territorio natal, con sincero convencimiento en su mestizaje y tuvo la entereza, de acuerdo a sus convicciones, de pedir el recibimiento de esa «transmutación» de su gente por otra «engrandecida», un mestizaje «conveniente», como le hacía ver su creencia cristiana. Ella misma se mostraba como ejemplo de ello, de acuerdo con Juan de Castellanos:
Mis ojos propios son buenos testigos
De cómo saben ser buenos amigos.
La Conquista nos hizo tal como somos y somos también la posibilidad de dar lo mejor que tenemos de todo ese proceso, de lo que construyamos con él. Pero lo mejor de nosotros no se aprovecha ni se comparte debidamente al callarlo, mentirlo o mutilándolo. Con las mismas palabras que Carlos Monsiváis expresara sobre Malinche, hay que decir que esta es la hora de abrazar a la India Catalina: «Librada de cadenas ideológicas, recuperada para la precisión histórica».
HERNÁN URBINA JOIRO
Entre las Huellas de la India Catalina (Hernán Urbina Joiro)
Segunda Edición. Universidad del Rosario. 2017
ISBN: 9789587388312
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