POEMA 16 URBINA JOIRO Serenata que olvidó un conquistador
De mi tío Gonzalo Urbina oí que Monseñor Manuel Antonio Dávila, tras la muerte del padre Serrano en 1939, iba los domingos a El Molino a oficiar misa, y que en uno de esos viajes ordenó la destrucción a machete y fuego de un puñado de estatuas que representaban a los judíos en Semana Santa, talladas en madera al tamaño natural de un hombre.
Me contó que al trozar una de las primeras, manó miel en abundancia, bajo la mirada horrorizada de la gente. Siempre que entraba a la iglesia de El Molino y de San Juan me preguntaba si un conquistador habría podido dejar oculto un poema de amor, tal vez una serenata que no pudo cantar a una indígena caribe, una serenata impregnada del llanto de su padre y sus hermanos avasallados.
POEMA 16 URBINA JOIRO Serenata que olvidó un conquistador
En 1981, embriagado por el amanecer de San Juan del Cesar, regresó a mi mente esta historia del tío Gonzalo. Ya comprendía que lo que recitamos tiene un fondo de sufrir indígena y negro, y también sufrir de conquistadores que no pudieron conquistarse o conquistar.
Tal vez, insistía, estos últimos dejaron serenatas olvidadas en estas calles, acaso escritas en las estrellas como en notas musicales, con la Luna como Clave fundamental, las últimas luces que vieron y los vieron cantar por aquí.
Ese poema -y después canción- que escribí, Serenata que olvidó un conquistador, cambió el tono de mi lírica, que por entonces todavía estaba muy impregnada de épica, del nosotros, de la región, y empecé a adoptar la voz personal que conservo hasta hoy.
POEMA 16 URBINA JOIRO Serenata que olvidó un conquistador
A lo lejos dibuja la alborada al llegar,
se siente el fragor con que despierta el día,
besa el Sol con ternura a la bella tierra mía,
una canción de gloria y soberanía
trinan las aves al volar sobre San Juan.
Al ritmo del rumor que el Cesar trae de la sierra
se levanta
el pueblo que canta desde siglos
la serenata
que entre luceros olvidó un conquistador,
la canción que un Caribe lloró,
canta mi pueblo entre guitarras y suspiros.
Esta es la canción que lloró un Caribe,
esta es la serenata que olvidó un conquistador
y entre sus notas sublimes
se inspira el compositor.
Cuando estrené esta canción en el kiosco de José Parodi en agosto de 1981 hubo gran controversia, o más bien, muchos ataques, porque consideraban que era una canción enrevesada en la letra y la música.
Pocas personas me defendieron, como el doctor Ramiro Cabello, ex alcalde de San Juan del Cesar. Volví a pedirle un concepto a Hernando Marín que, de entrada, le cambió el título, Serenata que olvidó un conquistador por otro más concreto: Mi Pueblo. También cortó algunos versos para que, como decía, se entendiera mejor la cosa.
Estas ediciones abruptas a mis poemas ocurrieron una y otra vez a lo largo de 40 años. Sea con este libro la ocasión de publicar los textos originales.
POEMA 16 URBINA JOIRO Serenata que olvidó un conquistador
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