La triste deidad de los derrotados quiso emporcar en 1971 a la novela “Cien años de soledad”, atribuyéndola a Honoré Balzac, de acuerdo al Nobel de Literatura Miguel Ángel Asturias. Como en todos los tiempos, la triste deidad que se hace pasar por fémina, se puso de nuevo su traje de mujer y se fue a un rincón a llorar”: Hernán Urbina Joiro.
Te pones triste si nombran mis libros,
no merezco tal solemnidad.
No soy García Márquez
a quien trataste
de ensuciar.
¿Deseaste a Balzac a quien has atribuido Cien años de soledad?
¡Ponte tu traje de mujer y vete a un rincón a llorar!
No te puedes esconder,
Envidia, los griegos sabían que eres hombre, Phlohnos,
¡Quítate ese traje de mujer!
Te pone triste todo laurel mío, no merezco tanto,
no soy Shakespeare, a quien quisiste envilecer.
¿Te sedujo el conde de Oxford, que le atribuyes sus cantos?
¿Qué te duele de mí que te acerca hasta el llanto?
¡Y quítate ese traje de mujer!
¿Quién te infligió esa pena de derrota vasta
como el que asesina joven y no puede parar?
Me apena esa angustia que te corroe y te gasta.
Te entristece conocer
que mi verso se cante,
no merezco tal agasajada.
No soy Neruda, a quien trataste
de torcer.
¿Tuviste un affaire
con Tagore, a quien concedes parte
de Veinte poemas de amor y una canción desesperada?
Conmigo no tendrás affaire,
ni tendrás nada.
¡De una vez por todas, quítate ese traje de mujer!
Quieres que te tomen por profesor de cultura,
tu cultura te tacha de pecado capital.
A causa de tu amargura
más de las veces
transitas el mal.
Renegaste de la ira
porque Alfonso de la Espriella defendió El quinto aire.
Al morir tu lucecilla
un quejido lloriqueaste,
es la tristeza en que reinas,
pero has ganado tu mentira, Phlohnos,
una congoja más no te daría,
¡eres Reina! Phlohnos,
toma, recoge tu falsía,
¡eres Reina!
Alfonso me envió su libro, por cierto,
donde elogia mi laúd,
pero cita una habanera del siglo XIX que te daría desconsuelo
pues, atribuye a otra en uno de sus versos, La Reina eres tú.
Te pones triste si nombran mis libros,
no merezco tal solemnidad.
No soy García Márquez
a quien trataste
de ensuciar.
¿Deseaste a Balzac a quien has atribuido Cien años de soledad?
¡Ponte tu traje de mujer y vete a un rincón a llorar!
Conoces tres Premios Nobel, deberías
conocer otro.
No sabes de Bob Dylan
porque tu oído es sordo
a liras como Bob repica.
Te transcribo su canto, ojalá algo entiendas
de su escribir, Jolene, Jolene,
yo soy El Rey, muñeca, y tú eres La Reina.
No sólo contra mí asestas tu fierro,
odias a Dante que te dio por castigo
cerrar tus ojos con hilos de hierro.
Estéril. Buscas a tientas
a quien quitarle
su luz.
¿Qué pregunta es esa la que ahora nos haces?
¿De quién es La Reina?
La Reina eres tú.
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