ESCALONA | Hernán Urbina Joiro | Escritor | Opinión
La mejor parte de la vida de un hombre bueno / Sus actos pequeños, sin nombre, sin memoria, como escribiera Wordsworth, serán los más difíciles —acaso imposibles— de olvidar de Rafael Escalona, porque fue en la privanza, en su tertulia, donde encontré buena parte de las palabras definitivas de la vida. Por eso en este instante necesito decir, de nuevo tomando la voz de Wordsworth:
Mi intención, si el brazo de los poderosos fuera mío, sería devolverlo a un lugar en el que pudiera florecer de nuevo.
El 28 de marzo lo sentí como fue desde que lo recuerdo: ingenioso, regañón, sentimental, expresivo con muy pocas palabras e incluso con ninguna. Me pareció más delgado que días atrás y su voz más fatigosa, pero su lucidez estaba intacta. Apareció en la sala de su apartamento del brazo de Luz Marina, a paso lento, alumbrando el recinto con su expresión, en palabras de Rimbaud:
Como sonreiría un niño enfermo.
He regalado a Taryn, su hija, las imágenes de ese 28 de marzo, la sonrisa de Escalona recordando tantas ocurrencias nuestras de los años ochenta y noventa, placiendo las canciones, disparando su gracia, innegablemente pulseando contra un cansancio tenaz por tantas dolencias amontonadas, pero sin dar señas de resignar su deseo de vivir, tal vez de acuerdo a Emily Dickinson porque:
Los más valientes avanzan a tientas.
Dudo que se pueda agregar algo desconocido y revelador al refulgente trazo que deja Escalona, a ese camino suyo que todos distinguirán por siempre elevando los ojos. Yo, que en él encontré, en una sola persona, al padre, al amigo y al hermano, prefiero, de momento, compartir los versos de T. S. Eliot con los amigos que puedan esperar en estas líneas mías una declaración.
Yo por siempre agradeceré
la amistad y la comprensión
de alguien que está a punto de alcanzar el fin de su viaje.
Es todo cuanto puedo decir ahora, cuando no deja de incensar mi pensamiento esta tristeza por Escalona y rezo por él.
Cartagena de Indias, 9 de mayo de 2009.
ESCALONA | Hernán Urbina Joiro | Escritor | Opinión
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