El problema del cambio climático está irremediablemente unido al problema de la pobreza, que mientras campee seguirá calentando al mundo.
No es posible crear soluciones verdaderas para el medioambiente achacado sin crear soluciones oportunas contra la extrema inequidad porque cualquiera de estos dos males empeora al otro, tal como la mala nutrición y la mala salud son recíprocos.
Hay que ser capaces de suprimir los combustibles de carbono que contaminó, calentó y empobreció. De no reinventarse la forma de engullir y de echar andar las industrias, los automóviles, las cocinas del mundo, sólo se cambiará el sitio de las emisiones de la vieja economía del carbono.
Reinventar la economía para recuperar el medio ambiente podría ser otra buena ruta para combatir la pobreza, si con ello se genera más trabajo con mejores condiciones de trabajo y de vida. Para lograr esto se necesitan ganas de hacer una verdadera revolución, se necesita mucho más que redactar protocolos de prórrogas.
Para iniciar el cambio a una economía distinta, como lo dijo Kofi Annan en la Cumbre de Johannesburgo en 2002, no se necesita esperar las tecnologías del mañana: con lo que se dispone hoy se puede empezar a cambiar y a estimular a otros a que también cambien.
De continuarse con la actual postergación se estaría operando otra forma —bárbara— de caminar a la igualdad: al final, sin medioambiente sano, todos serán pobres y enfermos.
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