Alfred Hitchcock
HERNÁN URBINA JOIRO
Ese 31 de febrero ya era de por sí un día bisiesto, época hermanada por muchos a sucesos oscuros o pocos frecuentes y Alfred Hitchcock se aseguró de atrapar todo el vivir colectivo en esa fecha tan extraña: Un hombre bajo sospecha de haber asesinado a su esposa era atormentado para hacerle confesar. El calendario de su escritorio reiteradamente regresaba al día 4 de febrero, fecha del asesinato de su esposa, hasta que inesperadamente el almanaque cambió al insólito día 31 de febrero.
A lo largo de la serie televisiva Alfred Hitchcock presenta, que el mismo cineasta producía y dirigía en los años cincuenta del siglo pasado, Hitchcock creó este extraordinario episodio titulado “El 31 de febrero”. Pero equívocos más asombrosos y relacionados con los tiempos bisiestos ya se ubican mucho antes que Hitchcock. El actual calendario de 365 días con años bisiestos surgió bajo el papado de Gregorio XIII, quien además el 24 de febrero de 1582 por medio de una bula papal estableció que al día jueves 4 de octubre de 1582 le seguiría el viernes 15 de octubre de 1582; es decir, que no habría —y no las hubo por orden papal— fechas entre el 5 de octubre de 1582 y el 14 de octubre de 1582. Así fue: oficialmente no transcurrieron esos días borrados de un plumazo por el papa Gregorio XIII.
En otro 29 de febrero —de 1504— Cristóbal Colón aprovechó que sabía de la ocurrencia de un eclipse lunar esa misma noche para atemorizar a los nativos de Jamaica y empujarlos a que le entregaran el agua y la comida que tenían a buen cuidado. El 29 de febrero de 1712 el gobierno de Suecia lo continuó con un 30 de febrero para abolir el calendario sueco por un largo tiempo y en 1929 los gobernantes de la Unión Soviética implantaron un calendario en el que cada mes tenía 30 días y los cinco o seis días restantes serían fiestas sin ninguna fecha en particular —en los dos años siguientes que esto funcionó, 1930 y 1931, tuvieron dos veces un 30 de febrero—.
En este mes que ahora transcurre, de Februa o Februatio, el antiguo festival romano de la purificación —de allí derivó febrero—, volverán por fin a festejar su cumpleaños en la fecha propia los nacidos el 29 de febrero —no el 28 de febrero o el 1 de marzo como deben hacerlo cada cuatro años— y la Unión Europea se prepara para festejar este mismo 29 de febrero su segunda festividad, en ocho años, de las “Enfermedades raras”. Si los europeos aspiran estar a la altura, bien raro tendrá que ser el nombre que logren colocarle este 29 al contagio que tanto combatían desde hacía décadas entre los países en vías de desarrollo y que hoy Europa sufre al borde de la desintegración: el descomunal gasto y endeudamiento público, el menoscabo del ahorro, la exigua generación de empleo, este fantasma bisiesto de la bancarrota.
22 de Febrero de 2012
Cartagena de Indias.